Algunas dificultades llegan a nosotros, y luego se repiten y se mantienen.

“Como en un cuarto a oscuras, a veces nos movemos torpes, a tientas en la vida.

Algunas dificultades llegan a nosotros, y luego vuelven, se repiten y se mantienen.

En los talleres de Constelaciones, de repente se enciende la luz y por un momento podemos ver. Y entonces ocurre un cambio sustancial en nosotros.

La luz refleja hasta nuestra retina lo que allí acontece, y las imágenes y las frases impactan en nuestra alma.

Habiendo visto por un momento donde nos movemos, el cuerpo se relaja y el andar se afianza. Y el alma se ubica.

Hemos visto a donde vamos, y pese a que la luz se vuelva a apagar, la diferencia es notable porque conservamos dentro esa luz, esa imagen que nos orienta.

Así se abren nuevos caminos, nuevas posibilidades, nuevas dinámicas en pro a nuestra dicha, nuestro bienestar, nuestro éxito, nuestra felicidad y sin duda, caminos hacia la vida.

Muchos hemos presenciado alguna vez el momento en el que dos niños dejan a un tercero fuera. Le dicen: ¡Tu no, tu no puedes jugar! Sin reparo alguno le empujan y le echan.

¿Como puede ser? ¿No ven el daño?

Y muchas veces, si miras lo que aquellos dos aliados ven, es el uno al otro, reconociéndose en algo común a lo que pertenecen. Aquí no hay mala conciencia, lo hacen con la conciencia muy tranquila. Y cuanto más echan a otros, más se unen ellos.

A veces jugamos desde la dificultad, el problema, la desdicha… y otras desde la dicha, el bienestar, la alegría, la energía de futuro… Y todos, como seres vinculares y relacionales, tenemos una imperiosa necesidad de “formar parte”.

Las Constelaciones nos muestran estas dinámicas ocultas y el profundo amor que brota de la vida, tras el placer y la felicidad, y también tras lo difícil. Ese amor profundo nos conecta con la vida, la encauza hasta nosotros, y más allá de nosotros la encauza, a través nuestro, hacia el futuro.”

Javier Cervera

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